domingo, 24 de septiembre de 2006

Dulce condena

Gracias, sabia Maru con antenas, por posibilitar estas conclusiones. Parece que es así: cada uno disfruta de sus problemas como más le place. Problemas tensiones inquietudes tragedias, uno le asigna el grado de depresión tristeza preocupación dramatismo que más lo deleite.
¿Que no me preocupe? ¿Y qué hago entonces? Justo, que esto se está poniendo interesante. A veces son rituales, tradiciones, lo esperado. Minoviomedeja=Pozodepresivo. Miperromurió=Nomehablendeperros. Díadelluvia=taciturnoyfilosófico. Y me parece bien, muy bien. Capaz es vivir en tercera persona, como dice Manuel Mandeb. "Nos vemos un domingo a las siete de la tarde y nos gusta como quedamos tristes". Capaz es un vicio de la era audiovisual. Pero yo me refiero menos a eso que a la elección, la decisión de cómo uno quiere transitar su problema.
Hay quién yo sé que esto en un mes se me pasa / si tiene solución, no me preocupo, si no tiene (¿como era eso?)
Y hay quien me quiero morir / nunca voy a volver a ser el/la mismo/a
El problema en sus formas más banales o más tremendas es una parte muy abarcativa, por no decir continua, en la vida de las personas. Y cada cual decide cómo le es más sano, vertiginoso, productivo, divertido, llevar su vida o sus problemas. Claro que, como cualquier elección de vida, es objetable. Pero no única ni axiomática, eso digo.
Particularmente, no siempre me es mejor preocuparme menos. No compro ni ofrezco dramatismos exagerados (aunque, pensándolo bien, algunos dramatismos inversos, disminuídos: "no es nada, no es nada"), me hace mal pasar de ese lado de la escala. Pero los grados más bajos me dejan vacía. A veces me encuantro deseando, y no pocas con fervor, que venga un problema, que llegue un problema. Siempre trato de aclarar que no quiero desgracias, como cuando uno quería enfermarse para faltar al colegio, pero de algo que duela poco. Mmm, qué cobarde, quiero los beneficios de los problemas pero no sus maleficios. Igual, me hago cargo, los combato. Los combato.
¿Será una excusa por si fracaso?
¡Ajá!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es muy buena tu reflexión. A mi los problemas me pesan "lo normal", pero me pasa que me los cargo yo solo. No pido ayuda. Si me la ofrecen, la niego porque es MI problema. Hay cosas que no son problemas, sino que son parte de mí, de quien soy, y ya no puedo combatirlos. Son umbrales de mi ser que saltan por momentos. Y cuando eso sucede... caigo.
Pero siempre llego a levantarme.

Otro saludo. Me alegra que hayas actualizado...

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