miércoles, 25 de enero de 2006

La asombrosa gama de preguntas irritantes que se adquieren siendo vendedora de ropa

1)
Compradora: -Hola, ¿cuánto está ese pulóver?
Vendedora: -¿Cuál, el swetercito?
C: - Sí, el marrón...
V: -¿Cuál, el chocolate?
C: - Mmm... si, pero... a ver, ¿tenés remeritas sin breteles?
V: -¿Qué, strapless?
C: -Sí... ¿tenés alguna que tenga algún dibujo acá adelante?

V: -¿Qué, estampadita?
C: -Y... sí... si no mostrame, a ver, esa remerita atada al cuello...
V: -¿Qué, la corte Marilyn?
C: -¿Eh? Estemm.. sí... la rosita quería...
V: -¿Cuál, la coral?

C: -Eh... ahora vuelvo.

2)
C: -Hola, quería ver esa malla verde [señalando] que está en vidriera.
V: -¿Cuál, la oferta?
C: -Sí, no sé, la única que está ahí colgada.
V: -¿Cuál, la de Selú ®?
C: -Ehhh, sí, esa de tres piezas...
V: -¿Qué, la trikini?
C: -Sí, sí, la que viene con culote...
V: -¿Qué, con culot?
C: -¡Agghh! ¡SÍ ESAAA! Uf... ¿El corpiño es con relleno?
V: -¿Qué... con push up?

C: -¡Socorro!

lunes, 23 de enero de 2006

Cosas Suyas: Mi tío Jorge

Esto es para los que dicen maliciosamente que el 90% de las publicaciones de este blog se basan principalmente en cosas ajenas (como fotos, textos, tiras cómicas y así); a ellos les digo... ¡me descubrieron! Así que voy a asumir y oficializar mis pellizcos de ideas de otros. Por lo pronto, denominé este post como "cosas suyas", y "mi tío Jorge" sería la referencia catafórica del adjetivo posesivo que lo antecede.
Pero a los bifes.
Mi tío Jorge es un poeta (endemoniado). Entre otras cosas, lo nombro porque a una canción de él le debo el nombre del blog (sí, sí, hasta el título es robado). Pero además lo nombro porque admiro mucho su lírica y su música. Porque también hace música, hace canciones. Soy su única fan, porque no le interesa difundir nada (sobre todo su música; sus textos sí los ha difundido, en alguna época).
Ahí van unas letras que le mandó a mi viejo:

Está vacío el carcaj de Cupido porque Cupido vació su carcaj; ahora hundido, apenado, marchito Cupido tiene vacío el carcaj
Está vacío el carcaj de Cupido
porque Cupido vació su carcaj
ahora hundido apenado marchito
Cupido tiene vacío el carcaj.

No me pidas (frag.)
(...) Mil tristezas tengo viejas
si querés las voy riendo
pero no me pidas más.

Son mis huellas sin destino
si querés las voy volviendo
pero no me pidas más.

No me pidas nada nada
tan sólo dejame en paz
no me pidas nada más.
Jorge de Diego (r)

domingo, 8 de enero de 2006

El mundo real

Yo amo y reivindico a la ficción, el relato fantástico y las miradas críticas a lo existenete, pero

¡esto es de verdad! ¿lo veo? Y muchas veces lo escuché, lo sentí... la cotidianeidad hace que me olvide de lo mágico que es el mundo real, al que a veces acusé incluso de insípido, comparándolo, por ejemplo, con los paisajes de Dalí. Qué falso.
Si crecieran tentáculos del suelo les diríamos árboles y los podaríamos y putearíamos porque nos llenan la vereda de sopapitas.

Y sin que Di Caprio se muera en el final

El otro día vi "Nueces para el amor" (película medio sonsa, pero linda) y confirmé que hay pocas cosas más tristes

que un amor postergado por causas inimputables
que una maraña de quizaces que hubieran sido pero
que un cuento jóven que envejece esperando
que un mundo hermoso al que se desiste de soñar.

Que un desengaño
y un desencuentro
tan blandos, gigantes e inasibles.

miércoles, 4 de enero de 2006

El más sagrado berretín cósmico

Bueno, otra vez mi vigilia está demasiado rayana a las tres de la madrugada como para creerme que mañana voy a levantarme temprano... que voy a aprovechar a la mística matinal, a su relativa sombrita y al bonus de tiempo que aporta a la vida... la mañana, así como la madrugada, es un tiempo que se elige, o no; es un tiempo que debería elegirse, al que el universo creó para eso... pero después el capitalismo y la venta de mi tiempo por un salario y el hombre y las sociedades... por eso yo, que hoy me encuentro dentro del breve catálogo de seres humanos mayores de 18 años que están de vacaciones, quiero (como siempre) elegirlo todo, y pretendo por igual a trasnoche y a madrugón
claro
es como si algún desenfadado festejante (qué palabra divertida) pidiera a la vez mi mano y la de mi hermana. Pero no tengo hermanas y no entiendo de disyunciones exclusivas
quiero todo abarcar y mucho apretar a mi tiempo
a mi espacio
y mi energía.

Programo el despertador para las nueve y de nuevo
tengo fe.

martes, 3 de enero de 2006

Gustos

La magia o el perfume
esa
es una buena pregunta.

Trivia

¿Qué sería lo más grasa que harían si tuvieran mucha plata?

Por ejemplo: usar aparatos con braquets de diamantes (la dijo Estefi), o ponerse la remera de Punta Cana para todos los asados.

¡Opinen!*

*Los mersas adinerados no pueden opinar**, ya que la pregunta está formulada en potencial
**¡Y mucho menos defenderse!

domingo, 1 de enero de 2006

Cabeza

Van a pensar que me pongo tediosa (si es que alguien alguna vez lee este blog), pero, chicas: no hay lectura más extasiante, e incluso, -y lo digo respaldada por mi estimada Estefi-, orgásmica, que la del querido Zigmunt Bauman. Ustedes me podrán decir: bueno, tampoco hay una pampa más orejuda que la argentina, y eso no significa que la pampa argentina sea orejuda. A lo que yo contestaré, primero:

¿eh?

y después:

pus lean esto... Y SIENTAN EL BAUMAN WAY... tssss..:

"El mundo con televisión es diferente del mundo, ya pasado, sin ella, y uno se ve llevado con toda naturalidad, por inducción, a la conclusión de que lo que marcó la diferencia fue, precisamente, el advenimiento de la televisión. Dado que (...) culpar al mensajero por los males del mensaje es una costumbre históricamente muy arraigada, y como la mayor parte de los mensajes hoy en día suelen llegar por televisión, hay buenas razones para suponer que se seguirá culpando a la televisión por los males de un mundo en el que habitan tanto los productores de TV como los espectadores de los programas que éstos producen.
Y sin embargo, hay razones tan buenas como esas, si no mejores, para suponer que el asombroso avance del medio electrónico habría sido impensable si el mundo no hubiera estado preparado para recibirlo o interesado en absorberlo. Estas razones no tienen menos peso que las que le permitieron a Alexandre Ledru-Rollin, uno de los principales instigadores de la Revolución de 1848, gritarle a la multitud que inundaba las calles de París: "¡Déjenme pasar, tengo que seguirlos, yo soy su líder!".